Cierro la puerta, y la tenue luz imprime la imagen de mi presente.
Agotado me arrimo a la suavidad nebulosa de mis sábanas frías, cubro mi cuerpo tembloroso con el abrazo artificial de mi cama.
Sobrecogida mi mente se dilata en verdes recuerdos veraniegos, oscurecida aveces por temores lluviosos.
La hora del descanso converge en el silencio nocturno, un ladrido lejano y constante corta la paz nocturna, aulla una sirena en la carretera, y mil ovejas saltan la cerca de mi mente somnolienta...
Su almidonado cuerpo acalora mi cuerpo desnudo, entro de pronto al onírico mundo.
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