lunes, 29 de marzo de 2010

De Incógnito

Una Novela de Matthew Rettenmund.

Es una comedia romántica fuera de lo particular y, en serio, muy alejada del Romantilismo (eso mismo, Romanticismo de Mercado) al que, casi obligatoriamente, estamos tan acostumbrados.

Comenzando con decir que los protagonistas son homosexuales, cosa que por otro lado, queda relegado al tema universal que compete a los valores Humanos, me atrevería a decir que es de una calidad casi metafórica. Una especie de ensueño en el que Cenicienta tendría que buscarse un real trabajo de doméstica, dado el alto contenido de retórica de lo escencial presente en la obra. No me refiero a un discurso famélico y repetitivo del tipo "Quien se ha llevado mi queso", si no a un lenguaje semiótico, que suavemente y entre risa y risa, apunta al autocuestionamiento del lector.
¿Somos concecuentes con el discurso diario?, ¿Romperías tus esquemas (llámese valores, metas, ideales, moral) por una oportunidad tangible y única de exito? ¿... y por amor?

Divertida hasta los huesos, sin dejar de lado la crítica moralista tan en boga estos días es, sin temor a réplicas, una verdadera bomba lacrimógena al autoconcepto.



Recomendación: 80%

sábado, 20 de marzo de 2010

Autoformas

Motores. No se nada de ellos. Se supone que siendo un hombre debería estar en mi lista de temas socialité, pero nunca me interesaron.
Quizás en este momento de paz cansada me ayudarían a entrar en el aturdimiento del sueño, pero aquí estoy, escuchando sus quejidos molestos y bocinazos histéricos.
No soy hombre de ciudad. Si bien me encanta pasear en la sinuosidad de la noche, y contemplar con cierto anhelo morboso los altos edificios, la ciudad siempre me ha inspirado rechazo. No es que no aprecie todo lo que se produce en el lugar; trabajo, arte, literatura, ciencia... es la casi inexistencia de los árboles lo que me inquieta.
¿Cómo el hombre, se deja llevar por la estúpida idea de creerse auto suficiente?
¿No ha demostrado la ciencia ya, la magna importancia de nuestros bosques? Y sin embargo aqui estamos, rodeados de frío. Esta ciudad parece un Londres nevado en pleno marzo, ni el sol de tarde puede infundirnos calor.
La noche trae algo de alivio psiquiátrico, sea que es asociada al frío, se complementa a la perfección con el asfalto y el hormigón. Ah! si tan solo esos motores dejaran de marchar. Me embarcaría en algo más que un relato pusilánime y cansado.

Motores. He de ocupar el Nilo en mi mente, fertilizar el desierto que deja el smog en mi alma... He de evacuar a mi roja conciencia, y sembrar con su partida un cuento más atrayente.

Grillos. La canción animalesca se mezcla con las faldas de la brisa.
La cortina se mese al crujido de los árboles, y me entrego del todo a la pasividad del campo.
Una inyección de surrealismo, una vacante en la escuela de los escapistas. Ah.... un descanso fingido es un descanso después de todo.

Ya se van las buenas ideas.

Me voy.