miércoles, 20 de marzo de 2013

Adiós vecinita linda

Pasó el vecino del pasaje de atrás,
caminando avejentado en su torcido andar.
Su cara morena de tantos años al sol
dibujó la mueca triste de una sonrisa.

Pasó el vecino con las manos apretadas,
sonriendo duro como el suelo de la calle,
caminando como triste, con ternura ida.
Y pasó caminando sin mirar atrás.

Pasó en silencio, apurado de andar,
quizá huyendo de la congoja,
de la madre encajonada y vestida de blanco,
que sueña pálida en su cama claveteada.

La vecina se fue en la espera de todos,
con sus sueños de chiquilla loca.
Con los ojos vidriosos de recuerdos,
tantos meses ahogados en ayer.

Quizás qué sufrires tuvo que parir la pobre,
en el tiempo de la pelela y el pañal de trapo.
Viuda madre de hijos que se fueron,
solitaria señora de acampada crianza.

Quizás qué dolores ocultaba su arrugada cara,
que la vida mezquina le regaló el olvido.
Le quiso llevar a la infancia de meados y sonrisas,
y se fue contenta, perdida y sola.


Pasó el vecino caminando,
hacia su casa en el pasaje de atrás
con la tristura huérfana de niño
y el brillo silente del adiós en su cara.

5 comentarios:

  1. Lo leí una vez más y pude entenderlo. Excelente

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  2. Se transmite perfecto la tristesa de aquella persona que perdió a su ser querido.
    Hermosos versos :3

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  3. Triste y melancólico, totalmente distinto a lo que me imaginé con la sola lectura del título jajaja

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  4. Sí, es cierto; la teoría ayuda, pero... ¿Que clase de seres somos si no escuchamos a ese Otro?. ¿No hay acaso en ese Otro... (en esa supuesta alteridad) algo de nosotros mismos?. La empatía es una sincera cualidad para un terapeuta, una herramienta difícil. Tus palabras lo reflejan.
    saludos

    Nicolás.

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