lunes, 30 de noviembre de 2009

Clara. "En La Puerta".

Su madre acababa de reñirla otra vez. Otra noche en que despertaba agitada y sudada. Otra noche sin dormir.

Su modesto departamento se encajaba en una pequeña torre a orillas del parque. Estaba en penumbras. Apenas iluminado por las estrellas y el naranja característico de la ciudad.
Se sirvió una copa de blanco, se abrigó con su bata de seda y se quedo sentada en el balcón esperando el amanecer.
"No entiendo de estas cosas madre, no entiendo que quiere decir".

Tres copas después cayó dormida en la alfombra; y se internó en la pesadilla recurrente.

Su madre le mostraba una puerta al final de un oscuro pasillo, en lo que parecía una cabaña mal cuidada con olor a gato, y la exhortaba a caminar. El asunto era que no podía, parecía como si sus piernas fueran las de pinocho antes de que apareciera el hada, y se hubieran cortado los hilos. Se quedaba simplemente ahí, tirada, como una muñeca vieja oliendo a orines de gato. Sin poder avanzar. Hasta despertar cubierta de sudor por el intento de caminar, intentando averiguar qué es lo que significaba...


Continuará

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